por L. Carlos Sánchez

La crónica urbana. La ciudad como un entramado para el recorrido de la memoria, de las lecturas y las desolaciones. Un parque es el pizarrón de los recuerdos, la pluma se desliza en el cuaderno de notas, y así la edificación de soliloquios que estremecen las páginas de Nomenclatura, y, por ende, al lector.

Lectura: La ciudad como una herida en sí misma. Tengo las uñas llenas de tierra. Hace frío. La pestilencia me cubre por completo.

En el edificio abandonado de la Contraloría del DF hay un altar a la Virgen de Guadalupe y, también, un viejo sofá que alguien trajo de otro lado. Los que no tenemos cama, dormimos en un sofá que nos turnamos por ratos. Los que no tenemos dios, oramos en un altar improvisado en una esquina.

La ciudad contiene vecindades, colonia, barrios, las calles por donde una vez y muchas veces. La ciudad es la extensión de la memoria, de esa casa, de esa voz, del arrullo. Fátima López enciende los recuerdos o viceversa, los recuerdos se apersonan y no puede (quizá ni lo pretende) huirse de sí misma:

Lectura: En una antigua caja de música

guardo el beso tibio de mi abuela,

su arrullo como un tacto de pasado aroma,

su dulzura entretejida en las canciones infantiles;

que su candor me dé cobijo,

que me cante, que me abrace,

que me diga al oído el nombre de Dios tres veces,

que me bendiga como se bendicen

las flores de cerezo en primavera.

Así, tal vez, pueda dormir profundamente,

ojalá unos cien o doscientos años.

No hay que hacer ruido.

[Arrullo]

A la espera de tercera llamada, en el último hálito, la cita con el fin del mundo. Antes de correrse el telón y la caricatura de uno mismo en escena. El tic tac de los relojes, minutos de consagración. La oportunidad perfecta para verse el interior y escampar un río de lágrimas que muta hacia las palabras.

Lectura: LOS DE LA CALLE compartimos ser la soledad que nadie mira. Contemplamos a quienes creen que lo son todo. Soy una cicatriz siempre expuesta. Soy la palabra vulnerable, aunque siempre en silencio. Soy todo lo aborrecible, la suciedad y la locura, casi su espejo. Quién les dice que un ángel no soy.

Escaleras del Teatro Metropólitan,

Calle Independencia. Colonia Centro,

CDMX.

La urbe impostergable. Luces y decadencia de la noche. Al reactivarse el trajín del día, las ideas retornan al implacable suceso de la prosa. Un ser en sí mismo es la intromisión hacia el vientre y las manos mojadas por el sudor. La contención y luego el acelerador a fondo, sístole y diástole a tope. Y descubrirse otra vez en el recuerdo y la honorable honestidad.

Lectura: [LA ECUACIÓN DEL DESEO se implanta solo si se concibe bajo los aromas adecuados. Arrastra el candor, el aroma de una naranja recién cortada, el vestido vaporoso que se fue volando entre los matorrales en una tarde perniciosa de verano. La verdadera trinidad está compuesta por el amado, el amante y el elemento que encarna lo asequible. Este tercer componente es una contradicción activa: los mantiene en constante anhelo y separación del otro. Como una danza continua, donde la distancia se elonga y se compacta, pero nunca puede tocarse. En ese espacio vacío habita Eros, en un lejano desierto de aromas posibles.]

La proclividad punzante a investigar para investigarse. Nomenclatura secreta es el nombre en sí mismo de todo lo que habita en el interior y en esos mundos de literatura clásica que nos brinda, aparte de otros mundos que fincaron la contemporaneidad, lo que ahora somos, un exquisito estruendo lingüístico para regocijarnos mediante la lectura.

A Fátima López, creadora de un universo intrapersonal a partir de los desasosiegos de madrugada, de la exploración de ese placer llamado lectura (también otros placeres existen en la punta del pensamiento) debemos la gratitud por esta entrega que nos otorga gracias a su vocación de poesía, y gracias también a la existencia del Concursos Nacional de Poesía Alonso Vidal.

Las gracias son por el aquí y el ahora. Por el objeto maravilloso de color naranja y beige que se ha editado como una oferta de seducción para regocijo de nuestras emociones cuando ya por elección o azares del destino abramos sus páginas encima de un parque, en el patio de la casa, con un café también dispuesto, como la palabra que emerge desde los versos de la poeta. Cuánta maravilla, todo esto que asombra y espanta. Porque la conmoción es un canto de principio a fin.

Aquí un atisbo de lo que seguirá siendo la lectura:

Lectura: DIÁLOGOS CON EL MÁS ALLÁ

Alcancé a ver tus manos extendidas

del otro lado del túnel, Abuela,

pero un canto me hizo volver.

estuve tan cerca de ti,

Tan presta a morir.

Allá, tus manos.

Aquí, mi soledad.

Un día, regresaremos a ser una.

*Texto leído a dos voces en la presentación de Nomenclatura secreta en Festival de día de muertos, organizado por Instituto Municipal de Cultura y Arte, en Hermosillo, Sonora, el 02 de noviembre de 2024.

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