
por Jesús G. Durán Pinzón
“Soy libre como el viento, siempre repetías tu estatus, lo decías cuando mi má te cuestionaba, cuando te ponía límites…lo fuiste siempre, libre por tu verdad, por tu ser auténtico, hombre de aquellos, forjados por la vida, por la orfandad, por el abandono, te formaste solo, en la nada y en todo.”
Siria Montijo Gracia
¿Qué se siente abrazar un árbol?
¿Depende de mí o del árbol, la sensación?
Si el árbol es un neem o cualquier otro que esté vivo habrá seguramente alguna conexión importante, quizá aparezca la paz, la serenidad o simplemente el disfrute del olor del árbol sea reconfortante y suficiente; si es un árbol de metal guardado en una caja en la espera de ser sacado de ahí en fechas especiales para adornarlo y provocar sentimientos únicos.
La presente obra que hoy comentamos consta de veintidós narraciones moldeadas por las plumas de once autores: diez mujeres, y un varón.
Otear el mundo a nuestro alcance a través de la ofrenda de los relatos diversos de quienes generosamente comparten vivencias propias y experiencias que marcan la vida, es una oportunidad inigualable para adentrarse en lo que otras y otros quieren decir a través de sus recuerdos por medio de la tinta y el papel.
Las historias y relatos transcurren entre personajes reales que aparecen en las vidas cotidianas de quienes escriben. Estos actores en nuestras vidas marcan las trayectorias que como seres vivos experimentamos y encontramos, y surgen los sentidos que a la luz de tiempos nuevos y lejanos cobran importancia excepcional. La aparición de El Gera, el Paty, el tío que comparte sandías, el Rogelio, el hermano patriota y rebelde, las canciones que marcan una época y el corazón, las anécdotas, las experiencias familiares, el cine húngaro, la quinceañera que no ha bailado antes de su fiesta, el barrio que sujeta al espíritu, que confronta que marca la vida, que se vuelve esencia, la nostalgia, el pudor, la niñez, el amor a los hijos, el abarrote como escenario de la vida cotidiana, la calle que incita a deambular a través de la hermosa soledad, el agradecimiento paternal, los juegos de la infancia, las canciones y muchos aspectos más conforman una rica y hermosa compilación de textos que inundan nuestra cotidianidad y nos recuerdan que somos seres humanos que sentimos, amamos, reímos, lloramos y sobre todo indican que estamos vivos en esos escritos que quedan para siempre en este libro.
Deambular a través de la hermosa soledad y abrazar un árbol son manifestaciones y vivencias únicas y personales que guían a la reminiscencia capaz de recrear la vida, esa vida que el tiempo, los lugares y las circunstancias han marcado para la estancia en este mundo.
Abrazar un árbol es saludar de beso a la naturaleza. Es sentir la conexión directa entre dos seres vivos cada uno con sus habilidades y propiedades distintas. Pero al fin vivas. Es sentir una tranquilidad inexplicable. Hacer una pausa profunda y respirar. Yolanda Sánchez Gutiérrez.
Texto leído en la presentación de Abrazar un árbol el 06 de diciembre del 20204, en CRESON.





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