
por L. Carlos Sánchez
Es una novela escrita en catorce capítulos. La reconstrucción de la vida cuando la muerte acecha. El amor por los hijos, la fraternidad dispuesta. El mundo contiene ángeles. Y se apersonan.
Lina Salazar explora la literatura desde su pluma, dice presente en los títulos que ahora circulan como un regalo de otoño, como para irse a un lugar apartado, oprimir el botón que silencia los ruidos y sumergirse en esta faena sublime que significa la lectura.
De lecturas está hecha la escritora que es Lina, porque si no el lenguaje no daría para el entramado preciso, armónico, centelleante. Bien lo dice Nina Mier en el prólogo: Lina no se detiene, su pluma fluye sin reservas, se desnuda ante el lector con el propósito de compartir…”
¿Qué comparte Lina? Cada uno de los lectores responderá a esta pregunta. Por lo pronto yo diré que aquí se comparte porque la generosidad es intrínseca, inherente a un corazón, una mirada, que todo lo duele y que, por ende, todo lo celebra, porque la vida permanece como un halo de luz luego de librar las mil batallas de ese padecimiento que intenta sofocar a Lina en el nombre de quien más ama: su hija Meli.
A manera de advertencia debo decir que en más de un momento la lectura la interrumpe el desenfoque por esas gotas de agua que empañan la mirada, la emoción es un disparo certero, preciso, porque, a quién no le ha conmovido la historia aquella del niño aquel, la niña aquella, la madre que… el padre que…
Por fortuna la fe, el avistamiento de las alas de ese ángel que se tienden sobre el universo.
Muchas citas y referencias saldrán para la memoria, se enquistarán en ella, porque Sublime acto de amor es un recorrido por el interior de nuestros cuerpos, el enraizamiento desde las venas, las pulsaciones todas que se concentran en las sienes, los sentidos.
Un mensaje en las redes es la desesperación por encontrar esa cuerda que se tiende al mar en aras de salvar al hijo que se sumerge. Las gaviotas entonan el coro de un canto feliz porque la arena está dispuesta para los cuerpos que sublimes nos abrazarán para siempre.
Esta es una historia, propone Lina Salazar, “escrita con el corazón”. Pásenle.






Deja un comentario