
por L. Carlos Sánchez
Tomar carretera, mientras se conduce, rolas de los Credence de fondo, con la invocación del viaje en sus notas. La añoranza que es el equipaje. Saber que espera la raza, que en unos minutos se activarán los engranes prestos para que la apuesta siga su curso: educar. Compartir lo que se sabe.
En el kilómetro 10.5 carretera Internacional, Sonora, la edificación de los programas, la planeación; que todo fragüe. Cuántas mentes y sus cuerpos dispuestos para que la educación continué su curso.
Salir a despoblado, llegar al despoblado, desde mañanita, con el frío que agrada o el calor que pica, depende la estación del año. Un cafecito en el comedor que es la cocina, donde las voces florecen proyectos, entre aromas de comida y cantos, la armonía constante.
Ayer hubo un curso de Primeros Auxilios y hoy habrá capacitación, hace unas semanas la algarabía de las y los muchachos que estudian y también juegan, que lo dejan todos en la competencia que es la Copa CRESON (Centro Regional de Formación Profesional Docente de Sonora).
Este año la sede fue en la región del mayo. Mucha enjundia y de todo corazón el balón sobre el pasto y la duela. Un tiro de ajedrez y las notas de canto. Arriba las manos mientras las piernas acompañan el uno dos del ritmo, y luego el grito que es euforia sobre las canchas coloridas, con el movimiento incesante. Dos días de activar el músculo para luego levantar el trofeo.
Comilona y refrescos, frutas para energetizarse, la organización que viene y que va, el ritmo puntual para que el río de la competencia continúe su curso a la perfección.
Improvisación de coreografías, porque la porra es equipo y se compite con alegría. Arriba esta escuela y aquella también. En el silbato de la última competencia, antes de erigirse las campeonas del voly, un sol pardo viste de gratitud los campos y las canchas. Qué bonito es lo bonito.
Hay más qué decir
La convivencia constante, un café a intervalos del ir y venir, en los cursos y talleres, la terapia que implica la confección de prendas desde el gancho sobre el estambre, reuniones con destino fraternal, los muchos gorros y bufandas como donación para quienes los necesitan.
Son las manos generosas que visitan asilos y/o hospitales. Tocar una vida con un objeto que habrá de dibujar una sonrisa de tanta felicidad. El calor de la prenda puesta en la humanidad de él y de ella. Los abrazos con los ojos que son presencia, en el decir y hacer.
Y en CRESON hubo una vez un taller de escritura, la convocatoria que se acata. Las emociones que se instauran ante un poema que emerge de un canto, la cita impostergable que se convierte en análisis dentro de las notas de un trovador,
Anduvimos todos en esa reunión de lunes y martes. La analogía de un viaje en colectivo, en contexto de El árbol que es un cuento escrito por María Luisa Bombal, la chilena, narración que todos pusimos sobre la mesa con nuestras palabras e interpretación, a manera de ensayo, a manera de opiniones y conclusión.
Luego vino el objeto maravilloso al que transmutaron los ejercicios de creación: Abrazar un árbol (colectivo de narradoras y narradores, SUTCRES-colección CRESON LEE), de allí la presentación más emotiva, porque los resultados son el desenlace febril.
Vamos bien. Estamos bien. Trabajar en CRESON.





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